Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, nos compartió su profunda visión sobre el ajedrez en una de sus obras.
Él dijo:
Cualquier persona que quiera aprender el noble juego del ajedrez a partir de libros, pronto descubrirá que sólo las aperturas y los finales permiten una presentación sistemática exhaustiva y que la infinita variedad de movimientos que surgen después de la apertura desafían tal tratamiento. Dicho vacío en la instrucción sólo se puede llenar con un estudio diligente de las partidas luchadas por los maestros.
Revelador, ¿verdad?
Además, con un comentario anticipa lo que es el máximo descubrimiento para los que ahora abogan por el estilo dinámico de juego en el ajedrez: Entender que las reglas fundamentales son guías, pero que tienen sus múltiples excepciones de aplicación en la vida real.
Ver Desafiando las reglas del ajedrez
También dijo lo siguiente.
En lo que sigue, procuraré reunir, para los analistas practicantes, algunas de las reglas para empezar el tratamiento. Entre ellas hay algunas que pueden parecer detalles insignificantes, como de hecho lo son. Su razón de ser es que son reglas sencillas del juego que adquieren importancia por su relación con el plan general de juego. Sin embargo, creo prudente considerar dichas reglas como recomendaciones y no reclamar su aceptación incondicional. La extraordinaria diversidad de constelaciones físicas implicadas, la plasticidad de todos los procesos mentales y la cantidad de factores determinantes se oponen a la mecanización de la técnica; y esto conlleva a que el curso de acción que es una regla justificada pueda resultar ineficaz a veces, mientras que otra que usualmente es equivocada pueda de vez en cuando llevar al objetivo deseado. Estas circunstancias, sin embargo, no nos impiden plantear un procedimiento que sea eficaz en los casos promedio.
Como se puede ver, Freud tenía una clara visión sobre el estudio del ajedrez.
